El 13 de abril de 2025, el mundo despidió a uno de los gigantes de la literatura hispanoamericana: Mario Vargas Llosa. A los 89 años, falleció en Lima, Perú, rodeado de su familia. Su legado trasciende las fronteras del idioma y la política, dejando una huella indeleble en la narrativa contemporánea.

Un legado literario monumental

Desde su primera novela, La ciudad y los perros (1963), Vargas Llosa demostró una habilidad única para explorar las complejidades del poder y la condición humana. Obras como Conversación en La Catedral, La guerra del fin del mundo y La fiesta del Chivo consolidaron su reputación como un maestro del realismo crítico.

En 2010, recibió el Premio Nobel de Literatura por su «cartografía de las estructuras del poder y sus imágenes mordaces de la resistencia individual, la rebelión y la derrota».

Del compromiso político a la controversia

Vargas Llosa no se limitó a la literatura; también incursionó en la política, postulándose a la presidencia del Perú en 1990. Aunque no resultó electo, su participación marcó un hito en la historia política del país. A lo largo de su vida, evolucionó ideológicamente, pasando de simpatías izquierdistas a una firme defensa del liberalismo democrático.

Un ciudadano del mundo

Nacido en Arequipa, Perú, en 1936, Vargas Llosa vivió en diversas ciudades, incluyendo París, Madrid y Nueva York. En 2023, fue admitido en la Academia Francesa, convirtiéndose en el primer miembro que no escribía en francés.

Un adiós íntimo

Siguiendo su voluntad, sus restos serán incinerados en una ceremonia privada, sin actos públicos. La noticia de su fallecimiento ha generado reacciones en todo el mundo, con líderes y figuras culturales destacando su inmenso legado.

Mario Vargas Llosa fue más que un escritor; fue una voz crítica y apasionada que desafió las estructuras del poder y defendió la libertad de pensamiento. Su obra continuará inspirando a generaciones futuras.