En una época donde las computadoras eran aún un sueño distante, el mundo estaba sumido en la Segunda Guerra Mundial. Las máquinas de cálculo mecánico, lentas y limitadas, luchaban por satisfacer las demandas del esfuerzo bélico. Fue en este contexto que, el 14 de febrero de 1946, en una sala abarrotada de cables, tubos de vacío y paneles llenos de interruptores, se presentó al mundo la primera computadora electrónica de propósito general: el ENIAC. Este coloso marcó el inicio de la era digital, transformando para siempre la forma en que la humanidad resolvería problemas complejos.

 

El contexto: Una guerra que exigía respuestas rápidas

Durante la Segunda Guerra Mundial, los cálculos matemáticos desempeñaron un papel crucial en áreas como la balística, la criptografía y el diseño de armamento. Los equipos humanos, conocidos como «computadoras» en ese entonces, eran responsables de resolver ecuaciones diferenciales a mano. Pero el tiempo apremiaba, y la velocidad era vital.

El ejército estadounidense necesitaba una solución para calcular trayectorias balísticas con mayor rapidez y precisión. Fue entonces cuando el físico John W. Mauchly y el ingeniero J. Presper Eckert, de la Universidad de Pensilvania, propusieron una idea revolucionaria: una máquina completamente electrónica capaz de realizar miles de cálculos por segundo. Así nació el proyecto ENIAC (Electronic Numerical Integrator and Computer).

 

Una bestia tecnológica

La construcción del ENIAC comenzó en 1943 y culminó en 1946. La máquina ocupaba una sala completa: 167 metros cuadrados de espacio, un peso de 27 toneladas y un consumo eléctrico de 150 kilovatios, suficiente para alimentar una pequeña ciudad. Pero, ¿qué hacía que esta máquina fuera tan revolucionaria?

  1. Velocidad sin precedentes: Podía realizar 5,000 sumas, 357 multiplicaciones o 38 divisiones por segundo, superando cualquier otra máquina de la época.
  2. Tecnología innovadora: En lugar de piezas mecánicas, utilizaba 17,468 tubos de vacío, 70,000 resistencias y 10,000 condensadores, lo que le permitía operar a velocidades nunca antes vistas.
  3. Versatilidad: Aunque fue diseñada inicialmente para cálculos balísticos, su capacidad de reprogramación la hacía apta para resolver una amplia gama de problemas científicos.

Sin embargo, no todo era perfecto. Los tubos de vacío eran frágiles y fallaban con frecuencia, lo que requería reparaciones constantes. Además, su programación no era precisamente sencilla: implicaba conectar manualmente cables y ajustar interruptores, una tarea que podía llevar días o semanas.

 

El debut de una revolución

El ENIAC fue presentado al público con gran expectación en 1946, después del fin de la guerra. En una demostración que dejó boquiabiertos a los asistentes, la máquina calculó en segundos trayectorias balísticas que habrían tomado semanas de trabajo humano. De repente, las limitaciones de cálculo que habían definido siglos de progreso científico parecían disolverse.

Aunque su costo de desarrollo fue de casi 500,000 dólares (unos 7 millones en términos actuales), su impacto justificó cada centavo. Fue un testimonio del poder de la colaboración entre el gobierno, la academia y la industria.

 

El legado de ENIAC

El ENIAC no fue perfecto, pero estableció un precedente. Marcó la transición de los métodos de cálculo mecánicos a la computación electrónica y sirvió como base para futuros desarrollos en tecnología informática.
Entre los logros más destacados de su legado se encuentran:

  1. Inspiración para nuevas máquinas: ENIAC dio paso a computadoras más avanzadas como el EDVAC y el UNIVAC, que introdujeron conceptos como el almacenamiento de programas.
  2. El inicio de una industria: Los pioneros Mauchly y Eckert fundaron su propia empresa y sentaron las bases para lo que se convertiría en la industria informática moderna.
  3. Un cambio en la ciencia y la ingeniería: La capacidad de resolver problemas complejos en minutos en lugar de meses revolucionó disciplinas como la meteorología, la física y la economía.

El ocaso del gigante

El ENIAC estuvo operativo hasta 1955, cuando fue retirado. Para entonces, las computadoras habían evolucionado significativamente, haciéndose más pequeñas, rápidas y accesibles. Sin embargo, el impacto del ENIAC sigue presente. Fue el comienzo de una transformación que, décadas más tarde, nos llevaría a tener dispositivos infinitamente más potentes en nuestros bolsillos.

El principio de todo

Hoy, mientras navegamos por internet, realizamos cálculos instantáneos o interactuamos con inteligencia artificial, es fácil olvidar que todo comenzó con un monstruo de 27 toneladas lleno de cables y luces parpadeantes. Pero el ENIAC nos recuerda algo fundamental: el futuro tecnológico siempre estará definido por la audacia de quienes se atreven a imaginar lo imposible.