Era 1985, cuando un emprendedor de Texas llamado David Cook decidió cambiar el curso del entretenimiento doméstico. Así nació Blockbuster, una cadena de videoclubes que, a finales de los 90, llegó a dominar el mundo. Cientos, luego miles de tiendas alrededor del planeta, todas rebosantes de películas, videojuegos, y la inconfundible promesa de una noche perfecta. Los viernes no eran viernes sin una visita a Blockbuster.
¿Quién hubiera pensado que este coloso, con tiendas en cada esquina, sería arrasado por una pequeña startup que comenzó alquilando DVDs por correo? Pero antes de llegar a la caída, veamos cómo Blockbuster alcanzó la cima.
En 1994, la empresa alcanzó un hito clave cuando fue adquirida por Viacom por unos asombrosos 8.400 millones de dólares. Parecía que nada podía detener su expansión. En sus años dorados, Blockbuster tenía más de 9,000 tiendas y dominaba el mercado del alquiler de videos, con miles de familias dependiendo de sus estantes para elegir el entretenimiento de sus noches. Ah, sí, la pequeña cuota de devolución tardía… un simple recordatorio de quién tenía el control.
Pero como toda buena película de terror, el monstruo que nadie veía venir estaba a la vuelta de la esquina. En el año 2000, Netflix, una pequeña empresa de alquiler de DVDs por correo, se acercó a Blockbuster con una propuesta para una alianza. ¡Netflix ofreció vender su empresa por 50 millones de dólares! Blockbuster, con su traje de gran corporación, no solo se rió de la oferta… ¡la rechazó con descaro! Total, ¿quién iba a preferir esperar a que una película llegara por correo en lugar de ir a la tienda?
Pues resulta que millones de personas sí. Y Netflix, ese diminuto David del streaming, no solo sobrevivió, sino que se convirtió en el Goliat que aplastó a Blockbuster.
A medida que el mundo avanzaba hacia lo digital, Blockbuster, que alguna vez se adaptó bien a los cambios tecnológicos, comenzó a perder el rumbo. Mientras Netflix apostaba por el streaming y una experiencia sin interrupciones, Blockbuster se aferraba a las multas por devoluciones tardías y al alquiler físico. Intentaron lanzar su propio servicio de streaming, pero fue demasiado poco, demasiado tarde.
En 2010, Blockbuster se declaró en bancarrota. La caída del titán fue inevitable. Los consumidores ya no necesitaban pasear por los pasillos de una tienda para encontrar entretenimiento. En lugar de eso, podían hacerlo desde la comodidad de su sofá con un clic. La ironía es que Blockbuster tenía la capacidad de cambiar el rumbo, pero su arrogancia y falta de visión lo cegaron ante la revolución digital.
Hoy, solo queda una tienda de Blockbuster en Bend, Oregón, convertida en una especie de reliquia de tiempos pasados. Un museo viviente para los nostálgicos que alguna vez disfrutaron de recorrer esos estantes infinitos, buscando la joya perfecta para la noche. ¡Quién lo hubiera pensado! La tienda que alguna vez fue símbolo de modernidad y entretenimiento, ahora es una cápsula del tiempo.
Y mientras tanto, Netflix sigue creciendo, produciendo sus propias películas, series y documentales… ¡como este! Ah, la ironía.
Así que, cuando alguien te diga que lo digital no es el futuro, solo recuerda a Blockbuster, la gran cadena que una vez lo tuvo todo y lo perdió, porque se negó a adaptarse. Un recordatorio de que el éxito no es eterno… y de que siempre debes devolver tus películas a tiempo.